Viajar en tren supone hacerlo en uno de los medios de transporte más seguros que existen. En primera instancia, los primeros trenes pretendían trasladar exclusivamente mercancías entre distintas ciudades, con el fin de impulsar el desarrollo económico de las distintas localidades y regiones, pero con el paso del tiempo, también se convirtió en una forma de poder viajar, encontrando todo tipo de trenes en la actualidad: de mercancías, de pasajeros, trenes turísticos y trenes de lujo. A partir de ese momento, la evolución del ferrocarril a lo largo de su historia ha sido exponencial y extraordinaria.
Orígenes del ferrocarril moderno
El germen del tren actual se remonta al siglo XVII en Reino Unido. Aquí se tiene constancia de la existencia del primer transporte sobre raíles, que se limitaba únicamente al uso de vagonetas de madera tiradas por animales sobre caminos de rodadura hechos también con tablones de madera, pudiendo así transportar fácilmente el carbón extraído de las minas.
Posteriormente, en los primeros años del siglo XIX, Richard Trevithick, construyó uno de los primeros prototipos de la locomotora de vapor. Su máquina se encontró con una serie de inconvenientes, ya que los raíles de hierro colado no soportaban su peso. Años más tardes, en 1825, George Stephenson, logró desarrollar la primera locomotora de vapor que alcanzó pleno funcionamiento. Finalmente, en 1830, se inauguró la primera línea ferroviaria que unió las ciudades de Liverpool y Mánchester. Este trayecto fue recorrido por la mítica The Rocket de Stephenson. Se trató de una auténtica revolución y no tardó en extenderse por otros países del mundo.
Otro gran avance en el mundo del ferrocarril fue la llegada de las locomotoras de diésel, que sustituyeron a las de vapor. Estas locomotoras fueron diseñadas por Christian Karl Diesel, las cuales utilizan como fuente de energía aquella generada por un motor de combustión interna de ciclo diésel. Años más tarde, estas locomotoras se fueron perfeccionando, apareciendo las locomotoras diésel-eléctricas, que permitieron reducir el coste de consumo de energía en 1925.
En los años 60 del siglo pasado, se pretendió que los trenes alcanzaran una mayor velocidad y para ello, se comenzaron a construir trenes de levitación magnética, que consiguieron llegar a una velocidad de 270km/h. En años posteriores se crearon los trenes eléctricos, con el propósito de conseguir trenes mucho más ecológicos y sostenibles. De hecho, los trenes del futuro serán impulsados por combustible de hidrógeno, evitando la contaminación ambiental y la supresión total del consumo de combustibles fósiles.
Viajar en tren: Sinónimo de comodidad y sostenibilidad
Esta revolución y evolución también ha llegado a los trenes turísticos de lujo, encontrando todas las comodidades modernas a nuestra disposición: baño privado, hidromasaje, teléfono con recepción, hilo musical regulable, temperatura regulable, minibar, caja fuerte, conexión wifi, cocina con una equipación de alta tecnología, etc. Muestra de ello son el Transcantábrico Gran Lujo, que recorre el Norte de España; el tren Al Ándalus, que circula por Andalucía; el tren Rovos Rail de África o el Rocky Mountaineer, por las Montañas Rocosas de Canadá, entre otros.
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