Los ferrocarriles recorren todos los rincones de nuestro planeta. Nuestro mundo está surcado por miles de líneas ferroviarias atravesadas permanentemente por millones de ferrocarriles de mercancías, de pasajeros, trenes turísticos y trenes de lujo. Pero el mundo no siempre fue así, hubo un tiempo en que el transporte sobre raíles se reducía casi exclusivamente al transporte de vagonetas en el interior de las minas.

Esto se mantuvo hasta que a finales del siglo XVIII se produjeron dos hechos que supusieron un cambio radical. El primero de ellos, y más importante, fue el perfeccionamiento y aplicación a gran escala de la máquina de vapor. Este hecho desencadenó una Revolución Industrial de dimensiones planetarias cuyos efectos todavía vemos en nuestros días. Y el segundo hecho fue la fabricación de raíles de hierro: primero de madera recubierta de chapa, luego de hierro forjado y finalmente de acero.

La máquina de vapor no tardó en aplicarse al transporte. El primero en tratar de hacerlo fue James Watt en 1769, pero no fue hasta 1804 cuando Richard Trevithick construyó uno de los primeros prototipos de locomotora de vapor.

Enseguida se observó el gran potencial de futuro que tenían estos vehículos y el aumento del precio de los caballos derivado de las guerras napoleónicas les dio el último impulso que necesitaban. En 1812 apareció la primera locomotora de cremallera, la locomotora “Salamanca”.

En 1830 se inauguró la primera línea ferroviaria del mundo entre dos ciudades, Liverpool y Manchester, que fue recorrida por la legendaria locomotora “The Rocket” de George Stephenson. A partir ese momento el gran éxito de las locomotoras de vapor se extendió por todo el mundo.

En 1890 se construyó en Suecia la primera línea ferroviaria no ideada para locomotoras de vapor, se trataba de la primera línea electrificada diseñada para ferrocarriles de suministro eléctrico. Posteriormente se empezó a generalizar una nueva tecnología, las locomotoras de combustible diésel.

Los continuos avances técnicos culminaron en 1939 con la construcción en Milán del primer tren de alta velocidad del mundo, el ElettroTreno ETR 200, que alcanzaba una velocidad de 204 km/h. Los trenes de alta velocidad se fueron perfeccionando y aumentando su eficiencia hasta la construcción en 1964 en Japón del famoso “tren bala”. A partir entonces la alta velocidad se ha hecho muy común en países como Francia, España, Alemania o China.

Actualmente el transporte ferroviario se sigue adaptando a los tiempos y en pleno siglo XXI nos ofrece una manera alternativa de viajar, más cómoda, más ecológica y sobre todo con un encanto especial. Los viajes en tren son la mejor opción si nuestro deseo es trasladarnos entre dos ciudades a corta y media distancia, y mucho más aún si nuestro deseo es disfrutar del propio viaje, a través de los diferentes trenes turísticos y de lujo que existen por todo el mundo, verdaderos cruceros sobre raíles.

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