Megalópolis rusa a orillas del Mar de Japón, Vladivostok está situada a 9.302 kilómetros de distancia de Moscú, constituye la ciudad rusa más importante del Lejano Oriente asiático. Su nombre significa “Señor de Oriente” en ruso.
Sus orígenes se remontan al siglo VII con el reino Balhae, habitado por distintas tribus procedentes de Manchuria. Durante el siglo X perteneció a los kitanos (grupo étnico proto-mongol) y posteriormente a los yurchen (manchúes). La llegada de los mongoles hizo que la ciudad fuera completamente destruida, asolada y despoblada. Es por ello que apenas se tienen nociones de Vladivostok hasta el siglo XIX con el tratado de Aigun (1.858), momento en el cuál Vladivostok pasó de soberanía china a formar parte del Imperio Ruso.
En 1.859, el conde Nikolái Muraviov-Amurski, Gobernador de Siberia Oriental, fundó un puesto naval en la región al ser consciente de su localización estratégica (ciudad fronteriza entre China, Corea del Norte y Japón). Este puesto se convirtió oficialmente en puerto en 1.862, hecho que desencadenó la fundación definitiva de Vladivostok en 1.863 aunque no fue hasta 1.880 cuando alcanzó el estatus de ciudad.
En pocos años, Vladivostok se convirtió en uno de los puertos más significativos para el país (puerto franco) al controlar parte de las aguas del Océano Pacífico y ampliar el número de rutas comerciales. A pesar de la vital relevancia en el sureste de Rusia, Vladivostok estaba aislada del inmenso Imperio Ruso, de Moscú y el resto de Europa. Es por ello que, en 1.891, comienza la construcción del Transiberiano, columna vertebral de Rusia, por órdenes del zar Nicolás II. Su impacto en la economía de Vladivostok tuvo efectos inmediatos y sin precedentes.
Tras la Revolución Rusa, el puerto de Vladivostok se convirtió en el puerto soviético con la flota más importante del país y empezaron a programarse vuelos directos desde Moscú. Debido a su importancia militar en ese momento se estableció su estatus de ciudad cerrada, un estatus que mantuvo hasta la caída de la URSS, cuando Vladivostok dejó de ser una ciudad cerrada para abrirse al mundo y transformarse en un verdadero ejemplo de diversidad cultural que continúa creciendo en la actualidad, un auténtico puente entre oriente y occidente.
Paseando por la ciudad nos podemos maravillar con la Plaza de la Victoria, corazón de la ciudad, donde encontrará uno de los símbolos más importantes de la ciudad: el Monumento a los Luchadores por el Poder Soviético. Uniendo la bahía de Zolotoi Rog (Cuerno de Oro en ruso) y el centro de la ciudad aparece, imponente, el Puente del Cuerno de Oro, el decimoprimer puente con el vano más largo del mundo. Otros atractivos de la ciudad son el Arco del Triunfo del zárevich Nicolás, la isla Russky, la Catedral de la Transfiguración…
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